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Bienvenidos a esta parte del bosque donde se puede escuchar al hongo hablar.
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La chica que escuchó hablar al hongo
Monstruo | 25 | Argentina | estudiante
Uso mi memoria para datos inútiles y trato de hacer espacio para lo que van a tomar en los exámenes. Amo leer e intento escribir. Antes dibujaba mucho. Vivo lejos, pero enamorada de las montañas y de
un conejo. Cada tanto me gusta ver videos de osos y de shibas. No me hablen nunca de abejas.
También estoy en
Cosas que sí ♥: escribir, leer, dormir en invierno, latín, escuchar música en viajes largos, stop-motion, geishas, mitología, cartoons, compras
Cosas que no ✘: ship hate, la cyber-policía moral, abejas, maltrato animal, colonización cultural


Te voy a guardar en un caleidoscopio ~
- 12/7 -
( x x )
❤
Amuleto
17 de marzo de 2016 | 18:41 |
1 ✉
Después de idas y venidas, de mini-crisis y regaños, mi
Dami pudo venir a mi Buenos Aires y fueron unas vacaciones
inolvidables y hermosas. Desde que tomé el 160 para ir a Aeroparque hasta que nos despedimos en el mismo lugar mientras el sol del amanecer asomaba por el Río de la Plata.
Estaba menos nerviosa y asustada que
la primera vez que nos vimos en Mendoza pero al mismo tiempo, las preocupaciones que tenían eran nuevas (?) y siempre hay demonios merodeando y susurrando qué es lo peor que debía pasar, qué tenía que hacer o no. Soy una estúpida víctima de mis auto-sabotajes. Lo que más me angustiaba era blanquear la situación o no con mi familia, lo venía masticando desde hace tiempo y lo callé tanto como pude...
Sin embargo, Dami tiene el efecto mágico de que las cosas no me importen, que pasen al plano de "boludeces" que a penas tienen un 2% de espacio en mis pensamientos. Qué importa el qué dirán/pensarán, qué importa el resto, si yo me siento bien porque ella está conmigo y sólo disfrutamos de ese tiempo una vez al año. Es increíble la paz que siembra a mi alrededor, incluso cuando a veces discutimos por tonteras, por eso es imposible no disfrutar un sólo día en su compañía.
Caminar hasta que dolieran los pies, transpirar en el subte y bajo el sol de la tarde, reir a las dos de la mañana cuando citábamos diálogos de cartoons, decidir qué comer, mirarnos feo cuando no concordábamos en algo, comprar y llorar, hablar de otros (?), ir al mar, jugar como ludópatas en el arcade. Esos 21 días de gloria son como si hubiese entrado en coma y vivido un sueño hermoso, y por eso mismo duele como caerse de la cama a mil metros de altura cuando paso por los lugares que recorrimos y me doy cuenta que ella ahora está de nuevo en Santiago.
El amor, el nuestro, atraviesa una distancia larga, se sostiene con las nuevas comunicaciones, se fortalece y florece durante los veranos de febrero, asoma la cabeza cuando hacemos llamadas y tiembla emocionado cuando el correo llama. El amor todavía es lo más desconocido que me pasó, lo más nuevo, pero también una de las mejores cosas.
El amor propiamente dicho no, el amor por la señorita Dami.
Etiquetas: lo que me llevo de la vida, momentos felices