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Bienvenidos a esta parte del bosque donde se puede escuchar al hongo hablar.
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La chica que escuchó hablar al hongo
Monstruo | 25 | Argentina | estudiante
Uso mi memoria para datos inútiles y trato de hacer espacio para lo que van a tomar en los exámenes. Amo leer e intento escribir. Antes dibujaba mucho. Vivo lejos, pero enamorada de las montañas y de
un conejo. Cada tanto me gusta ver videos de osos y de shibas. No me hablen nunca de abejas.
También estoy en
Cosas que sí ♥: escribir, leer, dormir en invierno, latín, escuchar música en viajes largos, stop-motion, geishas, mitología, cartoons, compras
Cosas que no ✘: ship hate, la cyber-policía moral, abejas, maltrato animal, colonización cultural


Te voy a guardar en un caleidoscopio ~
- 12/7 -
( x x )
❤
Tan simple y tierno
10 de mayo de 2016 | 7:00 |
2 ✉
—Tal vez se enamoró de quien no debía.
—Sí. Tal vez... O sea, ¿de quién debe enamorarse uno?
—Yo creo que usted sabe bien eso, Felipe.
—Sí: uno... uno debe enamorarse de alguien lo haga feliz a uno.
Molano Vargas escribió, a fines de los '80, la historia de un chico que está profundamente enamorado de su amigo, Leonardo. Él no tiene dudas, sabe que le gustan los hombres, no se avergüenza de eso, pero sabe que no puede contárselo a nadie y vive feliz y calladamente sus fantasías eróticas. Es así de sencillo y hermoso.
Y es más hermoso todavía cuando Leonardo le corresponde.
No inician una lucha contra el mundo, sino que ocupan sus ratos libres para charlar y hacer el amor. Gozan cada minuto juntos de forma simple, sin filosofar sobre su orientación sexual, porque ese tema está clarísimo al igual que la propia sexualidad de Molano Vargas. La vida en el colegio se torna hermosa, cada minuto compartido se vuelve valioso, y si la felicidad que narra Felipe no nos llega, creo que deberíamos dudar de nuestra capacidad de empatía.
A diferencia de lo que vi en el cine o leí en otras ficciones, Leonardo y Felipe son una pareja quizá más real, porque son dos chicos colombianos, futboleros, boca sucia cuando quieren, sus roles activo-pasivo son difíciles de identificar, ni siquiera hay una necesidad de hacerlo, ninguno está obligado a tener rasgos amanerados o del sexo opuesto. No es que eso sea malo o necesario, simplemente rompe un poco con los estereotipos y amplifica la visión que la heteronormatividad impone sobre cómo son las parejas de chicos con chicos. Molano Vargas nos presenta otra variedad, deliciosa tanto como verosímil.
La narrativa de esta novela es ligera, cargada de sentimiento, erótica, con las dosis de cursilería calculadas sin volverse empalagosas. Felipe es un adolescente apasionado, que también carga con un recuerdo muy penoso, y se desnuda ante nosotros en cada una de las páginas que tienen rasgos de monólogo; tal vez la fuerza del libro está en que Felipe no necesita convencer a nadie de nada. El lenguaje coloquial, las situaciones en la escuela, incluso el atractivo de los personajes secundarios, crean una armonía cálida. Las ideas expresadas son nítidas como el amor que se tienen Leonardo y Felipe.
El tornado juvenil de deseo y descubrimiento incluso puede evocar en el lector un deseo: "qué bien chicos, espero que terminen juntos".
¿Y qué es lo que puede salir mal?, ¿dónde está ese bien esperado obstáculo que causará sufrimiento para ambos? Porque en Colombia de los años '80 (y en muchos otros países) una pareja de chicos tiene que afrontar sí o sí una ola salvaje de incomprensión, o quizá el problema sea un tercero o tercera en discordia, una separación, una ataque externo.
El problema, también muy verosímil, que da pie a unas reflexiones que siguen siendo necesarias en este siglo (joyita que se puede aprovechar para abrir el pensamiento), es la gente. Ahí es cuando un sentimiento, que parece estar permitido sólo al mundo hétero, se vuelve complejo, se vuelve, lo vuelven, doloroso y excluyente.
¿Y después qué pasa?
Bueno, para saberlo van a tener que leer Un beso de Dick. Tienen que dejar que un reflector imaginario alumbre a Felipe en un escenario en penumbras y escuchar, leer y leer, dejarse llevar.
Un chico que está locamente enamorado de otro.
Así. Tan simple y tierno como lo puede ser un beso.
Etiquetas: el verbo leer, lo que me llevo de la vida