Fue el tercer febrero consecutivo en el que pude encontrarme con Dami, mi novia desde hace cuatro años, que vive en Santiago de Chile. Con toda la turbulencia que tuvimos en 2016, llegamos a creer que este año no íbamos a poder juntarnos, pero al final mi mamá me hizo el favor y le conseguimos un pasaje. (No sé si mamá tiene idea de la magnitud de su favor, en parte porque yo todavía no le conté los detalles de nuestro tipo de relación, y de que gracias a eso mi vida cambió totalmente para bien por unos días.)

Este año hubo problemillas con la cochina Latam chilena pero por suerte pude arreglar la escala en Mendoza vía teléfono y así fue como a las ocho de la noche pudimos darnos un beso en Aéroparque. Durante los once meses en los que sólo dependemos de chatear por Line o llamarnos vía Whatsapp, llego a desacostumbrarme de la presencia física de ella, así que los días previos su llegada me agarran nervios de primera cita.

Visitamos los lugares que pudimos, la lluvia nos atrapó en el Jardín Japones y al día siguiente ni siquiera nos dejó salir del colectivo. Comimos en Wendys, que en mi país no es para barrio alto, dimos una vueltita en el único tranvía de la ciudad, hicimos picnic, cenamos choripan frente al río mientras atardecía y sacamos varias fotos con mi instax mini, Dami se enamoró del tereré ♥, le mostré algunos lugares que quedaron pendientes del año pasado y fuimos al bioparque fuera de la ciudad. Hubo un día en el que el calor estaba asqueroso y nos quedamos en casa jugando al Overwatch (´▽｀) Dami me trajo regalitos muuuy tiernos y también golosinas chilenas que llevo queriendo probar desde que vi las publicidades internacionales en el Nickelodeon (Bilz y Pap asdf).

Fueron doce días hermosos, hicimos muchas cosas domésticas juntas, lo que me deja sólo con ganas de conseguir un lugar para vivir juntas. La química de ella con mis padres fue fluida y cómoda (al menos así lo vi yo). Nuestras amigas likearon todo y siempre estuvieron mandando las mejores vibras, es como si el cosmos nos diera su bendición durante esos días. Me sentí feliz, capaz de ser más de lo que creo que soy.

Se pueden decir muchas cosas del amor, en general complejas o rebuscadas. El amor sí es un sentimiento profundo, particular, a veces difícil de comprender, pero también está en gestos aparentemente sencillos. Hubo una mañana en la que empecé a temblar antes de despertar por una pesadilla, y lo primero que sentí fue el abrazo de ella y su voz, siempre suave, susurrando que sólo era un sueño y todo estaba bien. En ese momento en el que más tranquilicé, me sentí la persona con más suerte del mundo y la más amada.

El post que hizo Dami cuando empezamos a ser novias es de una foto muy linda con la pregunta "¿Sabes que es para mí el amor?" (siempre que la veo me dan ganitas de llorar). Bueno, eso es el amor para mí, una de las formas del amor. Y sólo espero que nos podamos volver a ver más y más días, hasta darnos cuenta que todas las mañanas al despertar nos estamos viendo la una a la otra.